domingo, 8 de noviembre de 2015


Clasificación y criterios de diagnóstico


Los criterios diagnósticos de depresión más utilizados, tanto en la clínica como en la investigación, son los de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE) y los de la clasificación de la American Psychiatric Association (DSM).


Clasificación Internacional de Enfermedades, décima revisión (CIE-10)

La CIE-10 clasifica la depresión mayor dentro los trastornos del humor o afectivos (F30- F39). La categoría F32 incluye el episodio depresivo y la F33 la de trastorno depresivo recurrente, y la primera se subdivide a su vez en:

– F32.0 Episodio depresivo leve 

– F32.1 Episodio depresivo moderado 

– F32.2 Episodio depresivo grave sin síntomas psicóticos 

– F32.3 Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos 

– F32.8 Otros episodios depresivos 

– F32.9 Episodio depresivo, no especificado

El episodio depresivo debe tener una duración de al menos dos semanas y siempre deben estar presentes como mínimo dos de los tres síntomas considerados típicos de la depresión.

– ánimo depresivo

– pérdida de interés y de la capacidad para disfrutar

– aumento de la fatigabilidad

Clasificación de la American Psychiatric Association, quinta edición (DSM-5)

En la más reciente revisión de el  DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) se divide “trastornos del estado de ánimo” en “trastornos depresivos” y “trastornos bipolares”. En este no se  introducen cambios relevantes para el episodio de depresión mayor, a excepción de las modificaciones y especificaciones para describir el estado clínico actual. La característica esencial continúa siendo un período de al menos 2 semanas consecutivas, en el que la persona manifiesta un mínimo de 5 síntomas de los cuales al menos 1 tiene que ser estado de ánimo depresivo y/o disminución del interés o placer por todas o casi todas las actividades. El cuadro depresivo mayor puede dividirse en leve, moderado o grave, con códigos específicos para la remisión parcial, total o no especificada.

Epidemiología de la depresión 

La depresión contribuye fuertemente a la carga de enfermedad, ocupando el tercer lugar a nivel mundial, el octavo lugar en los países de ingresos altos y el primer lugar en los países de ingresos bajos y medios, siendo en todos la principal causa de carga de enfermedad en mujeres          .

Utilizando algunos parámetros y/o enfermedades analizadas por el DSM IV se pueden hacer las siguientes observaciones relacionadas con la depresión.

El riesgo de padecer una depresión mayor a lo largo de la vida, se sitúa entre el 3-12% según estudios, si bien si considerásemos todos los trastornos depresivos, esta cifra sería doble o triple. Es más frecuente en mujeres,  generalmente aparece antes de los 45 años, y la prevalencia es mayor entre separados y divorciados, y entre familiares de primer grado de enfermos depresivos. Entre el 50 y el 85% de los enfermos recidivan. Aproximadamente un 20-30% de los depresivos no-distímicos se cronifican.


La distimia (trastorno afectivo de carácter crónico), presentó en el estudio ECA (Epidemiological Catchment Area) una incidencia global de alrededor del 3%. Según dicho estudio, un 42% de estos pacientes habían experimentado un episodio de depresión mayor a lo largo de su vida, por un 75% que presentó otros diagnósticos psiquiátricos adicionales. Es más frecuente entre descendientes de enfermos depresivos, sujetos con estrés psicológico crónico y nivel socioeconómico y/o educacional bajos.


El trastorno afectivo estacional (TAE) es aquel en que la fase depresiva aparece al acortarse los días, desde finales del otoño hasta el inicio de la primavera. La prevalencia es mayor en mujeres. Un gran porcentaje se convierten en bipolares, y aproximadamente la mitad sufren síndrome premenstrual (la CIE-10 lo engloba dentro del trastorno depresivo recurrente). Parece que la incidencia está en relación con el fotoperiodo. Existen además variaciones de carácter estacional en el estado de ánimo, peso, energía y actividad social en una gran parte de la población, pero que no alcanzan la intensidad ni la repercusión de la clínica depresiva.

En niños

La depresión acompañada de cambios en el comportamiento a nivel escolar, en el hogar o en la comunidad, está afectando hoy en día a 1 de cada 33 niños y 1 de cada 8 adolescentes. Esta enfermedad puede tener manifestaciones variables, desde sentimientos leves de tristeza hasta grados de depresión severa y suicidio.

Adolescentes

Alrededor del 15 al 20% de los adolescentes en Estados Unidos ha experimentado un episodio severo de depresión, que es similar a la proporción de adultos que sufren de depresión.

Las mujeres adolescentes presentan el doble de posibilidades de experimentar depresión que los niños. Entre los factores de riesgo se encuentran eventos de la vida generadores de estrés, en particular la pérdida de un padre por muerte o por divorcio, abuso infantil, atención inestable, falta de habilidades sociales, enfermedad crónica y antecedentes familiares de depresión.

En la mujer

El trastorno depresivo mayor es un trastorno frecuente, incapacitante que ocurre tanto en mujeres como en varones pero la tasa de incidencia en la mujer es casi el doble que en el hombre. Tiene una prevalencia estimada de 15%, que en las mujeres puede alcanzar el 25%.

Ancianos

La depresión mayor muestra una prevalecía menor del 3% en la comunidad, del 10-16% en unidades de agudos y del 15-25% en residencias. Las llamadas depresiones menores son aún más prevalentes: las presentan un 15-20% de los ancianos en la comunidad, el 40% en hospitales y un 30-50% en instituciones. 

diagnóstico de depresión mayor es menos frecuente en la vejez que en otras edades de la vida. Este hecho puede deberse a una mayor dificultad para detectar síntomas depresivos en el anciano, y a cohortes que han sufrido menos factores estresantes.


Tipos de evaluación

La evaluación de la depresión debe realizarse con un enfoque amplio y no debería basarse únicamente en el recuento de síntomas. Debido a que existen diferentes factores que pueden afectar al desarrollo, curso y gravedad de la depresión, algunas de las áreas a evaluar :

  • Caracterización del episodio: duración, número e intensidad de los síntomas, comorbilidad. 
  • Evaluación psicosocial (apoyo social y relaciones interpersonales). 
  • Grado de disfunción y/o discapacidad asociados. 
  • Respuesta previa al tratamiento. 
  • Riesgo de suicidio

En los trastornos depresivos se utilizan escalas y entrevistas con diferente grado de estructuración como instrumentos de medida de la gravedad de la depresión y de su respuesta al tratamiento. 

Dentro de la práctica clínica existen un creciente consenso para incorporar escalas sistemáticas para motorizar la respuesta al tratamiento y la evolución de la depresión. 

Las escalas más utilizadas son:

  • Beck Depression Inventory
  • Hamilton Rating Scale for Depression
  • Montgomery Asberg Depression Rating Scale


Beck Depression Inventory (BDI)

Esta escala  evalúa de forma principal síntomas clínicos como la melancolía y los pensamientos intrusivos, tiene un alto porcentaje de síntomas cognitivos y no incluye síntomas motores y de ansiedad, su principal finalidad es para la conocer la gravedad de la depresión.

La versión original de 1961 consta de 21 ítems, publicándose posteriormente dos revisiones, la BDI-IA en 1979116 y la BDI-II en 1996.

La versión original se basa en los siguientes ítems: ánimo, pesimismo, sensación de fracaso, insatisfacción, culpa, irritabilidad, ideas suicidas, llanto, aislamiento social, indecisión, cambios en el aspecto físico, dificultad en el trabajo, insomnio, fatiga, perdida de apetito, perdida de peso, preocupación somática y perdida de la libido. En la versión II se reemplazan la valoración del aspecto físico, la perdida de peso, la preocupación somática y la dificultad para trabajar por agitación, dificultad de concentración, perdida de energía y sentimientos de inutilidad. En la mayoría de ensayos clínicos se emplea la primera versión. Cada ítem se valora de 0 a 3, siendo la puntuación total de 63 puntos. No existe un consenso sobre los puntos de corte, por lo que se emplean distintos puntos de corte e intervalos para definir los niveles de gravedad. 


Hamilton Rating Scale for Depressión (HAM-D) 

Es una escala heteroaplicativa también se diseñó para medir que tan grave es la depresión, esta escala  ha sido una de la más utilizada en el ámbito clínico y en la práctica de investigación

 La versión original está formada por 21 ítems y fue publicada en 196096. Existe una versión reducida de 17 ítems, otra versión de 24 y una de 6
ítems, constituida por los ítems de humor deprimido, sentimientos de culpa, trabajo y actividades, inhibición, ansiedad psíquica y síntomas somáticos de la versión 17. 
Sumando las puntuaciones de cada ítem, la escala de Hamilton proporciona una puntuación global de la gravedad del cuadro depresivo (los puntos de corte y los descriptores de los distintos grados de depresión se muestran en la tabla 6). También se puede obtener la puntuación de tres factores o índices, sumando las de los ítems que los constituyen: melancolía (ítems 1, 2, 7, 8, 10 y 13); ansiedad (ítems 9-11) y sueño (ítems 4-6). No existen puntos de corte definidos para las puntuaciones en estos índices

Montgomery  Asberg depressión Rating Scale (MADRS)  

Esta escala se aplicó  en 1979 y es heteroaplicada, consta de 10 ítems que evalúan la gravedad de los síntomas depresivos.
Los ítems incluyen tristeza aparente, tristeza referida, tensión interna, disminución de sueño, disminución de apetito, dificultades de concentración, laxitud, incapacidad para sentir, pensamientos pesimistas y pensamientos suicidas. 
La puntuación en cada ítem oscila entre 0 y 6 puntos y para asignar la puntuación, el clínico puede utilizar información de fuentes distintas al paciente. El marco temporal de la evaluación se corresponde a la última semana o a los tres últimos días y la validación de la versión en español fue realizada en 2002106. Al igual que en el caso de la HRDS, la respuesta al tratamiento se define como una disminución igual o mayor al 50% de la puntuación inicial, la respuesta parcial, entre el 25 y 49% y la no respuesta, como una reducción de menos del 25%. Se considera que se ha alcanzado la remisión cuando la puntuación es ≤8-12102. La puntuación global se obtiene de la suma de la puntuación asignada en cada uno de los ítems, oscilando entre 0-60. 



Marietan, H. (s. f.) Epidemiología Depresión. Semiología Psiquiátrica y psicopatía. Recuperado de http://www.marietan.com/material_depresion/9_depresion_epidemiologia.htm


Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,. (2014). Guía de Práctica Clínica sobre el Manejo de la Depresión en el Adulto (pp. 35-42). España. Recuperado de http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_534_Depresion_Adulto_Avaliat_compl.pdf

Ministerio de Sanidad, Servicio Sociales e Igualdad. (s.f.) Anexo 9. Instrumentos de Evaluación de la depresión. Guías Práctica Clínica  en el SNS. (pp. 94-100) http://www.guiasalud.es/egpc/depresion/completa/documentos/anexos/Anexo_9_Instrumentos_de_evaluacion_de_la_depresion.pdf



Estrategias y Tratamiento para la Depresión Infantil y Adolescente

Estrategias y tratamientos para la depresión infantil y adolescente
Se sabe que la depresión es un problema anímico que puede aparecer en cualquier etapa de la vida del hombre, sin embargo, parece mucho más alarmante cuando aparece en niños y adolescentes puesto que significa que hay un fallo en el desarrollo de los mismos. En cuanto a los adolescentes puede en ocasiones considerársele propio de la edad. De esa transición fisiológica y psicológica del adolescente. 

Existen investigaciones que aseguran puede superarse la depresión con la utilización de diversos tratamientos basados en  psicoterapia y tratamiento farmacológico según el caso o nivel de gravedad del infante. Más comúnmente la utilización de forma combinada del tratamiento farmacológico y la psicoterapia muestra mayor grado de eficacia. Debe considerarse la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño o adolescente (su funcionamiento cognitivo, maduración social y capacidad para mantener la atención) para valorar qué tratamiento es el más adecuado para su situación y por ende aplicársele.

La participación activa y positiva de los padres ha de ser un factor imprescindible para que el tratamiento sea eficaz. El seguimiento a un año muestra que las intervenciones son más efectivas cuando el tratamiento de los niños se realiza en paralelo con el entrenamiento de los padres (Hernández, Benjet, Andar, Bermpudez, Gil, 2010). Debe seguir haciéndose hincapié en que el tratamiento debe ser absolutamente individualizado y adecuado al contexto del paciente, ya que puede presentar cada uno diferente(s) motivo(s) por el cual se presente la depresión.

Farmacoterapia
Las estadísticas prueban que el 75% de los pacientes tratados con farmacoterapia mejoran notoriamente y en un lapso de tiempo más rápido. Se utilizan antidepresivos y tricíclicos tales como la fluoxetina. Los fármacos se accionan en el individuo aumentando los niveles cerebrales de serotonina, norepinefrina, dopamina y otros neurotransmisores.
Existen diversos tipos de antidepresivos en función de los mecanismos bioquímicos por los cuales consiguen aumentar los niveles de neurotransmisores y en función a sus efectos secundarios. En los niños, se han utilizado los antidepresivos tricíclicos y los inhibidores selectivos de la recapacitación de la serotonina (Hernández et. al., 2010).
Con el uso de los tricíclicos debe advertirse efectos secundarios tales como boca seca, estreñimiento, dificultad para orinar. Para el uso de dicho tratamiento debe realizarse antes al paciente un estudio de EEG basal, mediciones de tensión arterial, frecuencia cardiaca, peso, constantes biológicas, hepáticas y de tiroides. Debe evitarse la sobredosis de fármacos, por lo cual es imprescindible que sea controlado por un psiquiatra.

Terapia conductista
Se utiliza el condicionamiento operante, que establece que una conducta desadaptada puede ser modificada con el correcto uso de estrategias de aprendizaje (muy utilizado en la psicología educacional) donde ante una respuesta positiva de comportamiento se elogiara o premiara, haciendo notar al paciente que la conducta negativa no obtiene beneficio alguno.

Psicoterapia cognitiva
La cognición es lo primero que se modifica cuando se presenta un cuadro de depresión, ya que se altera la percepción de la realidad del niño en forma negativa en sí mismo y del mundo que lo rodea. Se instauran pensamientos negativos en planos pasado, presente y futuro por circunstancias específicas del paciente. La terapia cognitiva pretende identificar y modificar los pensamientos negativos, la realidad distorsionada, la falsa creencia de él mismo para construir paulatinamente una nueva concepción real y positiva reconstruyendo principalmente la autoestima y la estima para con los demás. También pretende modificar aquellos puntos que al niño o adolescente le molesten o aquejen específicamente según cada caso, dichos puntos serán tratados una vez que el paciente se sienta lo suficientemente en confianza producto del avance terapéutico para exteriorizarlos y con la nueva capacidad de autoayuda poder trabajarlos.

Terapia cognitivo-conductual (TCC)
Es la combinación de terapia conductual y cognitiva (siendo ésta la más utilizada) ya que ofrece tratar al paciente según su edad. El especialista adopta un papel o estilo educativo donde busca la colaboración constante del paciente para que él pueda percatarse de sus patrones de comportamiento negativo y aprender a reconocerlos y contrarrestarlos. El paciente debe practicar en casa y escuela lo aprendido en terapia. Lo cual da al niño-adolescente una cierta autonomía en su tratamiento. “Habitualmente la terapia cognitiva incluye más o menos técnicas conductuales; de ahí la denominación de terapia cognitivo-conductual”  (Ministerio de Sanidad, 2014)
La TCC es limitada en el tiempo de consulta y “se basa en el modelo cognitivo-conductual de los trastornos afectivos” (Ministerio de Sanidad, 2014). La duración usualmente es entre 15-20 sesiones de 50 minutos y semanal, existen sin embargo, terapias con una duración menor de entre 6-8 sesiones. La terapia puede prolongarse o acortarse según la gravedad del caso. También puede ser empleada en forma grupal.

Terapia familiar
Se ha encontrado que la mayoría de los casos por depresión infanto-juvenil se da por problemas familiares –mínima atención, violencia familiar, relación afectiva nula o casi nula, crítica constante por parte de los miembros- por lo tanto una terapia que incluya a todos los miembros es fundamental para el tratamiento del problema y la solución de éste. La duración de la terapia familiar es de seis sesiones de una hora (puede variar según lo requiera el caso).
Terapia basada en acontecimientos vitales
Se centra los puntos específicos identificados que causan  la depresión, tales como divorcio, violencia intrafamiliar, etc. El especialista hará comprender al paciente que dichos acontecimientos son externos a él y  por lo tanto no debe tener sentimientos de culpa, odio o agresión. Se instaura la autoestima.

Terapia de juego
Esta es factible para niños especialmente. Consta de actividades que ayuden al niño a desarrollar habilidades de convivencia y cognitivas que se presentan en bajos niveles. Con juegos específicos el niño podrá liberar estrés, expresar sus sentimientos abiertamente e incluso tratar algún retraso en el habla que pueda presentar.

Programa terapéutico educacional
En algunos casos la depresión puede ser resultado del contexto escolar que el paciente vive o problemas externos que afectan la vida escolar. Lo cual causa bajo rendimiento escolar, problemas de adaptación y socialización. En esta terapia, se induce al paciente a participar en actividades colectivas, tareas académicas que puedan ser llevadas a cabo en grupo o con actividades recreativas y didácticas para así desarrollar un sentimiento de inclusión en su contexto.

La información clara y adecuada a los padres y al niño, permite una mejor colaboración, asegurándose mejores resultados, de igual forma es muy importante asegurar al paciente que su tratamiento es confidencial y que sólo lo sabrá quién él decida que quiera que lo sepa (Cruz, 2008).

Referencias:

Hernández, G.L. Benjet, C. Andar, M.A. Bermpudez, G. Gil, B.F. (2010) Guía clínica para el tratamiento Psicológico de Trastornos Psiquiátricos en niños y adolescentes. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón Fuentes Muñiz. México. Recuperado de: http://www.inprf.gob.mx/opencms/export/sites/INPRFM/psicosociales/archivos/guias/tx_psicologico_trastornos.pdf

Cruz, V.J. (2008). Depresión infantil: incidencia, intervención e implicaciones en niños de educación especial (Tesis de Maestría). Recuperado de: http://www.suagm.edu/umet/biblioteca/UMTESIS/Tesis_Educacion/JCruzVergara1712.pdf


Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre el Manejo de la Depresión en el Adulto (2014).  Guía de Práctica Clínica sobre el Manejo de la Depresión en el Adulto. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Galicia (avalia-t); 2014. Guías de Práctica Clínica en el SNS: Avalia-t 2013/06. Recuperado de: http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_534_Depresion_Adulto_Avaliat_compl.pdf

sábado, 7 de noviembre de 2015



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Depresión

¿Qué es?

Es un termino que se utiliza para tres problemas diferentes: Un estado de animo decaído, un conjunto de síntomas transitorios y una enfermedad de trastorno afectivo que puede durar meses o incluso años e interfiere en el desarrollo social de quien la padece.

Es un grupo de trastornos afectivos que se caracterizan por un estado de ánimo disminuido, apatía y perdida generalizada de interés, de disfrute o placer, pérdida o disminución del valor personal, insomnio, disminución o inhibición del apetito, ideas suicidas, ansiedad, trastornos del sueño, perdida de energía, agitación o disminución psicomotora y disminución de la capacidad para pensar o concentrarse,

Es un sentimiento de tristeza intenso desproporcionado y persistente, es un estado de profundos sentimientos de disminución de la estima, sentimientos de autorreproche, culpabilidad y desesperación suicida, afecta en general la calidad de vida de quien la padece; no solo afecta al paciente sino también el entorno que le rodea. Todos alguna vez nos hemos deprimido, lo importante es saber diferenciar cuando paso de ser un estado de animo a una enfermedad que requiere de ayuda o atención médica. 

Se habla de depresión en adultos (hombres y mujeres), pero puede iniciar a temprana edad, en esta ocasión hablaremos de la depresión en niños y adolescentes.




Depresión infantil y adolescente


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Los puntos de vista sobre depresión en la niñez y la adolescencia son muy polarizados, desde los que piensan que no existe como tal y los que mencionan que prácticamente esta patología acompaña todo el desarrollo o la etapa infantil y de la adolescencia.




Criterios:

  1. Síndrome que requiere un criterio diagnóstico diferente respecto del de la depresión adulta 
  2. Síndrome semejante al de los trastornos afectivos de los adultos utilizando criterios. diagnósticos similares.
  3. No considerarla como es un síndrome diferente

Corrientes:


  • Su inexistencia como cuadro clínico diferenciado. Actualmente no es la opinión más generalizada, pero todavía hay quien todavía piensa que con las características que la depresión se da en adultos solo se presenta después de la adolescencia. 
  • Su existencia con u cuadro clínico semejante a la depresión en adultos. No hay una sintomatología diferente entre la depresión adulta y la infantil. Las características principales del síndrome son las mismas en todas las etapas del desarrollo de un individuo, pero hay características específicas en cada edad, pero estas no se consideran para diagnosticar el trastorno o enfermedad. En el caso de los niños y los adolescentes estas características son retraimiento y conducta antisocial, malhumor, irritabilidad y bajo rendimiento escolar.

Cuadro clínico de depresión mayor en adultos 

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  1. Uno o más periodos distintos de estado de ánimo decaído, perdida generalizada de interés o placer. 
  2. Mínimo cinco de estos síntomas. Pérdida/aumento de peso y/o apetito; trastornos del sueño; pérdida de energía; agitación o enlentecimiento psicomotor; pérdida del interés o placer en los contactos sociales o sexuales; sentimientos de autorreproche o culpabilidad; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. 
  3. Una semana de duración como mínimo. 
  4. Demanda de ayuda (fármacos). 
  5. Se excluye la esquizofrenia. 

Cuadro clínico de depresión mayor en niños y adolescentes.

  1. Estado de ánimo disminuido 
  2. Mínimo cuatro de los siguientes síntomas pérdida/aumento de peso/apetito; insomnio o hipersomnia; pérdida de energía; pérdida de interés o placer en las actividades habituales; sentimientos de autorreproche, culpabilidad inapropiada; disminución de la capacidad de concentración y tendencias suicidas. 
  3. Dos semanas de duración como mínimo 
  4. Se excluyen síntomas esquizofrénicos; trastorno mental orgánico; esquizofrenia de tipo residual y duelo no complicado. 
  • Su existencia con cuadro clínico independiente o diferente. Varios autores concluyen que el cuadro clínico es un conjunto mixto de síntomas comunes con la depresión en adultos y síntomas propios. Pues incorpora un conjunto de características únicas y peculiares que tampoco se utilizan para el diagnóstico de la enfermedad. Dichas características serian tristeza, baja estima, retraimiento, preocupación exagerada por la muerte, trastornos del sueño lentitud psicomotora, rechazo escolar y actividad mental extrema. El los adolescentes en casos extremos se agregan las ideas suicidas.
  • La confusión del cuadro clínico en la niñez y adolescencia con las manifestaciones psicopatológicas de dichas etapas. Se piensa que este síndrome aparece enmascarado o confundido detrás de conductas observables propias del desarrollo en la infancia y la adolescencia. Prácticamente para los autores que comparten este criterio toda la sintomatología psicológica de la infancia es incluida bajo la categoría de depresión, por lo vago de este criterio es de muy poca utilidad tanto para el diagnóstico como para la investigación.

Por ultimo según McConville, Boag y Purohit delimitan la depresión infantil en tres subtipos:

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Subtipo afectivo (de 6 a 8 años) características: Tristeza llanto, desamparo, desesperanza, retraimiento, pérdida interior, separación y problemas relacionados con la crianza.

Subtipo de autoestima negativa (de 8 a 12 años) autoestima disminuida, baja valoración por parte de los demás, presunción negativa del juicio que a los demás merece el niño, miedo a ser explotado y la suposición de que continúe el fracaso o desgracia. 

Subtipo depresión o culpa (menos común y ocurres después de los 10 años) se da tras una pérdida e incluye culpabilidad excesiva, pensamientos pasivos y activos de autodestrucción y deseos de restitución tras una pérdida.







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Etiología (causas)

Las causas son multifactoriales abarcan desde vulnerabilidad genética, acontecimientos del desarrollo y psicosociales, estresantes fisiológicos y rasgos de personalidad.

Son varios los factores que influyen en el desarrollo del cuadro clínico o síndrome depresivo en la infancia, por tal motivo las estrategias para tratarla dependerán de la valoración que el profesional de a cada factor.

La familia y el niño o adolescente juega un papel importante en el desarrollo, curso e intensidad del cuadro, pues modela la conducta depresiva por medio de constantes frustraciones, separaciones, abandonos y rechazos psicológicos, mientras que la vulnerabilidad genética, temperamento, capacidad intelectual, de aprendizaje y de adaptabilidad al estrés crónico, así como cambios fisiológicos internos del niño o adolescente pues esto determinara el proceso y la magnitud del cuadro depresivo.

Otro aspecto determinante es la autoimagen con la que el niño o adolescente se percibe, por ejemplo en los niños por encima de 10 años, predominan ideas fijas de baja estima y culpabilidad que parecen reforzar más el síndrome depresivo.


Las limitaciones de interacción social como interpersonales aparecen como elemento relevante en la depresión, es decir la angustia de hacer amigos más la falta de habilidad de interactuar según Gottman constituye las características que originan el retraimiento social que a su vez es la central de la depresión adolescente. La necesidad de aceptación, provocan que el temor al rechazo de otros chicos y aunado a esto, un mal reforzamiento por parte de los adultos, alimenta la conducta de retraimiento y a su vez el cuadro depresivo. Jenkins considera una actitud de crítica y menosprecio por parte de los padres contribuye a la causa de la depresión infantil y adolescente.

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Referencia:

García, J., & Rodríguez, J. (1998). Depresión en la adolescencia: presentación de un caso. In F. X. M. y. D. M. A. (Ed.), Modificación de Conducta con Niños y Adolescentes. Madrid: Ediciones Pirámide.

Hall, Ramírez, V. (2003) Depresión: Fisiopatología y tratamiento. Recuperado de http://sibdi.ucr.ac.cr/boletinespdf/cimed7.pdf 

Ayuda para la depresión ADep (s.f.) Blog del instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Recuperado http://www.ayudaparadepresion.org.mx/